Sabe que puede pagar las consecuencias que,
de culo miraba al portal, el orador.
Ajeno al carnaval aunque disfraza el pan,
de un solo ombligo fue a buscar la bendición.
Sabe que no va a zafar de las migrañas que,
al suelo siempre vertical y al suelo escupió.
Y luego mordió el cuello que tanto quería besar
y alambró sin duda al rebaño.
Otra vuelve a mirar por la rendija que
hizo sus rodillas sangrar y la ambición.
Y luego besó la mano que tanto quería morder
y escupió al suelo y al rebaño.
Vuelve a espiar por la rendija que
cegado siempre dejará al orador,
sacó el látigo a pasear buscando el jugo que
sediento siempre está el rincón del orador.
Va a condenar... El condenado.
Va a condenar...
Va a condenar...
El condenado...
Va a condenar...
El condenado.
Sabe que puede pagar las consecuencias que
al cielo siempre vertical, el orador...