Anoche, por fin sucedió lo pactado.
Mis ritos y plegarias fueron escuchados.
Se alimentó de mi sangre
y el don oscuro me fue otorgado.
Vómitos y convulsiones
me invadían lentamente,
la luz del sol se apagaba para siempre.
Fundiéndose entre lamentos
la vida se iba, se escapaba de mi cuerpo.