Estaba el diablo mal parado
en la esquina de mi barrio
ahí donde dobla el viento y se cruzan los atajos,
al lado de él estaba la muerte con una botella en la mano;
me miraban de reojo y se reían por lo bajo
y yo que esperaba no sé a quién,
al otro lado de la calle del otoño,
una noche de bufanda que me encontro desvelado
entre dientes oí a la muerte que decia así: